El veintisiete de octubre se celebra en España el día del corrector.
Trabajo hay para dar y tomar si se tienen en cuenta la multitud de páginas webs (incluida la oficial de la Casa Blanca ), periódicos digitales, Instituto Cervantes, y tantos organismos que hacen gala del extenso desierto en el que se encuentra la cultura española y sus aledaños.
Los primeros correctores han conseguido meter en el saco de las erratas en el mismísimo pórtico del Cervantes en su sede madrileña, objeto frecuente de mis críticas, donde reina la señora Caffarel experta en catalán.
El primer error descubierto por los limpiadores de la lengua ha sido ni más ni menos que “ Sabado “, en la puerta de la casa del idioma, en ese Instituto que lleva y deshonra el nombre de Cervantes, olvidando que sábado se escribe con minúscula y con tilde en la primera a.
Los que consigan mayor número de fallos, recibirán dos billetes de avión para visitar la Mansión Blanca del señor Obama, lugar donde el jefe de traductores ofrecerá un curso de corrección del idioma….
También en este día del corrector, es preciso poner de manifiesto la obligación que tenemos los hispanohablantes de recordar al departamento de prensa de la Casa Blanca por sus errores múltiples y continuados y para que de una vez por todas contraten un corrector que sea capaz de iluminar el mensaje del presidente yanqui.