La mayor parte de los lectores de Español en América son profesores de lengua española materna o segunda lengua.
El objeto esencial del blog es la enseñanza del español y, todo lo relacionado con la lengua como es la política lingüística, la Nueva Gramática o la calidad de la lengua en los medios de comunicación.
Pero poca gente o nadie nos hemos parado a reflexionar sobre la filosofía de la enseñanza de segundas lenguas que es la actividad que más preocupa a los políticos, a las Universidades y al mundillo que rodea al español dedicado a este oficio.
No quiero dejar de lado la enseñanza de la lengua en las enseñanzas obligatorias en los países cuya lengua oficial es la nuestra y que en general se encuentra en un estado de desconcierto generalizado. Honrosas excepciones constituyen los países americanos que dedican espacios en sus currículos a la enseñanza del español y, en concreto del léxico que es la carencia más notable.
La enseñanza del español como segunda lengua:
Reflexionando sobre este asunto de la enseñanza de segundas lenguas, acabo de leer como un estudiante de una formación de profesores de español que protesta por el hecho de que, terminada la formación, y el centro que imparte el curso no le había advertido de la necesidad de contar con una licenciatura en Filología Hispánica para acceder a ese inmenso mercado de ninguneados profesores de español.
Este señor se lamenta del porqué de la exigencia de esa titulación superior si el domina la lengua mejor que cualquier hablante con una riqueza léxica extraordinaria por ser lector desde un largo tiempo.
Sigo con la reflexión anterior (el pensamiento es algo que cuando viene hay que agarrarlo con fuerza para que no se escape) y, en mi limitada capacidad de entendimiento, pienso, digo pienso que este señor con un buen dominio del español y de su léxico, en principio, no necesita de ninguna titulación para enseñar nuestra lengua.
Las universidades, los Institutos Cervantes algo alejados de la demanda de esta persona interesada en enseñar la lengua nada menos que de Cervantes y, muy alejados en sus conceptos de lo que es y debe de ser la enseñanza de segundas lenguas, exigen titulaciones (las tengo todas las imaginables e incluso las inimaginables) que acrediten -como puede ser una licenciatura o un doctorado en filología- un dominio no sólo de la lengua en cuestión sino en lingüística para poder acceder a la docencia.
Mi criterio se encuentra muy alejado de estas tesis. Quizás al ser ácrata, antisistema, anticeja y antibigotes – el lector de España conoce los matices de ceja y bigotes – me encuentre entre las personas equivocadas.
Mi argumentación es que cualquier ciudadano de a pie, con un excelente dominio de la lengua y de su vocabulario, siempre y cuando sea un buen comunicador podrá enseñar el español mejor que cualquier doctor en Filología Hispánica catedrático de la más renombrada universidad española o americana, o americana o española que tanto monta.
En mi trayectoria me he encontrado con doctísimos y emeritísimos catedráticos de lengua, dominadores de la lingüística aplicada y sin aplicar, dedicados a la enseñanza de L2, absolutamente incapaces de transmitir su ciencia. No sólo aburridos e incapaces de motivar, sino que aburren y desmotivan a los alumnos.
En mi humilde opinión un buen dominador de nuestra lengua y literatura, buen comunicador y motivado como ese malogrado profesor de español sin titulación, puede ser un excelente docente que enseñe y resuelva dudas, motive y transmita humor y cariño, que comprenda otras culturas y sea a la vez cercano y distante, sólo porque es el actor principal y sus alumnos los que interpretan los papeles secundarios.
Para poder ejercer este noble oficio de la enseñanza de lengua necesitaría – y necesitamos todos- un curso de cómo funciona nuestro cerebro – algunos tienen celebro– hecho que hoy por hoy no se encuentra lo suficientemente explorado como para dar recetas maravillosas para conseguir que el tiempo dedicado a la lengua no sea un tiempo perdido.
Un viejo catedrático de la rama de ciencias y, sin embargo, amigo mío contempla alucinado las enseñanzas de Didáctica de las Lenguas y, me repite que el para explicar Termodinámica, nunca ha estudiado Didáctica de la Termodinámica.
En cuanto empiezo a explicarle que las Lenguas son diferentes, que entra en juego la psicología, la psicolingüística, que nuestro celebro funciona como un conjunto de redes que tejen relaciones semánticas, este viejo profesor alucina de colores. Me pregunta si a sus alumnos les puede quedar entre tanta red, un poco de espacio para que se les quede algo de su rollo termodinámico. La pregunta que me formula es clara, concisa y rotunda: ¿Entre tanta red hay espacio para mi Termodinámica?
Los lectores que a buen seguro tienen el magnífico sentido del humor de este catedrático de Termodinámica habrán comprendido dentro de estas chanzas, los múltiples interrogantes que se plantean en la enseñanza de lenguas y, que todavía pertenecen al dominio de las elucubraciones mentales.
En el blog anterior explicaba de forma somera las ideas de Krashen que pienso son bastante acertadas. Y no interpreten de manera equivocada mi concepto sobre las teorías de este lingüista americano que en muchísimas ocasiones han demostrado producir muy buenos resultados.
Después de este intento de no aburrir a mis lectores, quiero recomendar el blog de mi buena amiga María José Miró que acaba de llegar a Corea para impartir sus clases en la Universidad de Incheon. Le deseo un tremendo éxito – que lo tendrá por ser guapa, lista, simpática y capacitada- en su vida personal y laboral, pero lean su blog que es mucho más divertido que el mío: www.lamariporelmundo.blogspot.com, es realmente entretenido.
La Mari – María José- con un buen arsenal de conocimientos sobre la Didáctica del español y con una notable experiencia en la enseñanza del inglés como L2 va conseguir que todos los coreanos dentro de unos meses hablen español. No te precipites Mari, que si corres mucho y les enseñas todo lo que tu sabes te quedarás sin trabajo… conviene que les cuentes poco a poco, para que dure mucho el curro, que en estos tiempos de crisis, de los trabajos lo que más importa es su duración…